BOCA JUNIORS, la novela de una historia. -INTRODUCCION-
Por Roberto Tribastone
En 1905, mis abuelos eran bebés y mis abuelas no habían nacido. Tiempos donde la miseria era figurita repetida.
En ese año, un grupito de adolescentes del barrio de la Boca, decidieron, como muchos por esos tiempos, fundar un club de fútbol. Que “Los hijos de la Boca”, que “Los hijos de Italia”, hasta que se impuso Boca Juniors. Y vaya que se impuso.
Cuando los españoles colonizadores y sus descendientes directos eran mayoría por estos lares, los barrios de San Telmo, Monserrat, la Boca, Barracas, y el centro de la actual Buenos Aires, eran el centro de la aldea. Muchas calles y plazas que hoy transitamos, eran las playas de mil ochocientos.
La Boca es un barrio de los muchos,(que no son cien como dice el tango) que hay en la ciudad de Buenos Aires. Para que se ubiquen mejor, está situado en el sudeste de la ciudad. Si en este extraño país, el sur fue históricamente segregado, el sudeste es el peor punto cardinal. Allí están las tierras más bajas; desde allí vienen los vientos más feroces. El río está al este, y el refrán dice : “viento del sudeste, lluvia como peste”. Y la peste vino, literalmente. La fiebre amarilla azotó a Buenos Aires y las familias tradicionales, pudientes, dejaron esos barrios poblados para irse a las “afueras”: Flores, Belgrano y otros descampados.
Si bien la Boca está geográficamente muy cerca del centro cívico de la ciudad, es y fue un barrio periférico, con calles de adoquinados desparejos, improvisadas veredas que suben y bajan tratando de frenar las frecuentes inundaciones, con un riacho negro y sucio como límite hacia el sur, al que llaman Riachuelo. Ya desde el nombre mismo, es doblemente despectivo.
Las construcciones, las viviendas típicas de la Boca, no se destacan por su belleza ni su comodidad. Se entra por pasillos interminables y laberínticos, que rematan en numerosas piecitas, con un patio central poblado de sus infaltables piletones, y algún baño ( si así se los puede llamar), que se llaman conventillos. Me faltó decir que son de chapa, y están pintadas del primer color que se encontró por ahí. Barrio colorido el de la Boca. Me animaría a decir que si algún color no es visto dentro de su perímetro, es que aun no se inventó. Pero hay colores que predominan: el gris del cemento, el óxido de las chapas olvidadas, y el azul y amarillo de la pasión.
El actual puerto de la ciudad, se extiende por varios barrios, incluso pasa los límites de la ciudad, Dock Sud lo sabe. Sin embargo creo que la Boca es el barrio más porteño de todos. El puerto ya no está en la Boca, pero la Boca es eminentemente porteña, portuaria. De hecho, el azul y amarillo de Boca Juniors, se deben a que los fundadores habían decidido que el primer barco que entrara al puerto le daría los colores al nuevo club.
El nombre del barrio, es una obviedad, pero como muchas obviedades, suelen pasar desapercibidas para el oyente desprevenido. En un extremo del barrio, desemboca ese riacho oscuro y serpenteante en el Río color de león. ¡ Es la boca del Riachuelo!. Es su desemBOCAdura en el Río de la Plata. Un Riachuelo que transporta restos y desperdicios, que a veces cuesta creer que su contenido sea líquido, que se funde con un río ancho como un mar, con nombre de Plata, de dinero y de metal precioso, brillante.
¡Cuantas paradojas que encierra la Boca!.
2.Los hijos de italia. Los hijos de la boca. Los hijos de boca.
Donde otrora residieran italianos y españoles, polacos y franceses, hoy habitan bolivianos y paraguayos, correntinos y jujeños. Donde hoy suenan cumbias, chamamés y música cuartetera, abundaron milongas y tarantelas, tangos y pasodobles. Algunos, en el 2000, dirán “esa música de negros cabezas”; a los principios del 1900 eran sonidos arrabaleros de gringos brutos y de los hijos de éstos. A este barrio llagaban los pasajeros de los barcos con enormes masas de inmigrantes, en su mayoría italianos, como mis abuelos y bisabuelos.
La fisonomía de los rostros ha cambiado, la segregación hacia sus habitantes, no tanto.
Los que entonces vivían en La Boca, como muchos de los que hoy lo hacen, habían nacido lejos de allí. Supieron de desarraigo, discriminación y de pobreza; no pudieron esquivar el sufrimiento y muchas veces la injusticia. Hubo y hay muchos, diferentes a estos y aquellos habitantes de este barrio, que los miran por encima del hombro, que los menosprecian y discriminan. Esto, no se puede vivir sin sufrimiento y opresión. El boquense sabe de eso, y al que le ha tocado vivirlo en carne propia, difícilmente lo olvide aún cuando logre “levantar cabeza”. El Sufrimiento es como la marca en el orillo del boquense. Se caracteriza por sufrir o haber sufrido muchas carencias, privaciones y frustraciones.
De ese barrio populoso y marginal, salieron los dos clubes de fútbol más grandes de este país surRealista: Boca Juniors y River Plate. Pero estos últimos, si bien son boquenses de nacimiento, se mudaron (aunque cerca del Rio de la Plata), al otro extremo de la ciudad, como renegando de sus orígenes de barrio arrabalero.
Desde la propia nominación se marcan las diferencias. Uno nombra al barrio de nombre obvio, que pone en el centro de la escena a ese tajo en la tierra por el que circulan aguas turbias, agregándole un apelativo en inglés que era moda en esa época: Juniors, que alude a joven, novel. Los rivales pudieron llamarse Río de la Plata, pero eligieron el más distinguido River Plate, al menos en sonoridad. Si bien con el tiempo se los conoció como millonarios, no puedo dejar de asociar con esa frase acuñada por el saber popular: piojos resucitados. Según mi forma de entender, son aquellos que siendo de origen humilde progresan socialmente, y en un presunto refinamiento, intentan desconocer sus raíces. Saben, pero no quieren saber.
Boca es el populacho, la masa, la pasión, la garra; River quiso ser la aristocracia, los selectos, los virtuosos. Y se planteó la dicotomía. Los xeneizes y los millonarios, los bosteros y las gallinas. Unos aluden a un equipo novel, los otros pretende ser, sin serlo, nobles.
De chico me preguntaba el por qué el mote de xeneizes. Con el tiempo descubrí que muchos de los habitantes de la Boca de entonces, eran procedentes de Génova, y genovés en un dialecto de ese lugar de Italia, se dice xeneize.
Si los argentinos, como dice Lito Nebbia, venimos de los barcos, los boquenses, los hinchas de Boca venimos de los tanos: tan brutos como trabajadores, luchadores, sacrificados, abnegados, sufridos pero ambiciosos, duros, cabezas duras, indomables y soñadores. Y en el fondo cierta rebeldía ante la opresión, sin mucho brillo pero con voluntad de acero, de sangre caliente más que reflexivos, apasionados y eufóricos, fieles y seguidores, fanáticos, arrogantes y exagerados, como esos gestos típicos de las películas fellinescas, sin términos medios. A los boquenses se los ama o se los odia, con la misma intensidad. Así se explica que se es de Boca o se está contra Boca.
Es evidente, que no todos los italianos ni sus descendientes son de Boca, y que hay boquenses de familias españolas o inglesas, la clase baja tampoco es exclusividad de Boca, y no son pocos los que siendo de la high class, son hinchas de Boca. Pero lo enunciado hasta aquí, da cuenta de las raíces históricas de Boca Juniors, de la Boca y los boquenses. Y si hablo de raíces históricas, si la historia cobra protagonismo, aunque no la veamos, la historia siempre está.
Aquellos tanos que bajaban de los barcos para probar suerte en la Argentina, y que se instalaban en la Boca, eran incultos, muchos de ellos analfabetos, que se venían de Europa escapándole a la hambruna, pero esencialmente eran soñadores. Cruzar el océano en barcos precarios, hacinados suponiendo que del otro lado del mar, había una tierra sedienta de ser habitada, potencialmente rica, pero casi desierta, y el sueño presente de hacerse la América, en algunos casos para volver triunfantes a su tierra de origen. En otros, partían dolidos con una Italia que los maltrataba, los segregaba y casi los expulsaba. Muchos murieron sin volver jamás al puerto de partida, se cortaron los lazos con padres, hermanos y demás parientes. Pero tuvieron hijos, se radicaron y se quedaron. Y aquí estamos. Ya no están aquellos inmigrantes de inicios del siglo pasado. Ya no viven. Pero aquí han quedado sus restos y sus obras.
No conozco en detalle las historias de las fundaciones de otros clubes, pero en el caso de Boca Juniors es parte de las obras que han dejado aquellos tanos de antaño.
Decía que eran soñadores. Y también ambiciosos..........
El que es de Boca, debe saber algunas cosas. Lo que puede esperar de los suyos es: Practicidad, pasión, apoyo incondicional, como casi tan incondicional la oposición de los otros, sudor, lucha, ambición, guapeza. Pero la guapeza puede ser malentendida. Guapo es aquel que ante la adversidad no huye, se enfrenta y se hace cargo de las consecuencias. No siempre gana, pero impone respeto. Cuando el otro se ve frente a frente con un guapo así, el otro se amilana se achica (de otro a Otro)
3.CUANDO BOCA ES CAMPEON
Podría intentar describir la euforia pasional que genera Boca Campeón. Pero me siento absolutamente incapaz de hacerlo con altura, de decir algo original, de no caer en palabras remanidas. El periodismo ha escrito mares de tinta acerca del tema. Se me ocurre recurrir a anécdotas protagonizadas por personas hinchas de otros clubes. Existen un sinfín de anécdotas que merecen ser contadas, pero decidí compartir las dos primeras que acudieron a mi memoria.
He conocido un hincha de San lorenzo que seguía la campaña de Boca. Al principio gritaba los goles por compromiso, para pasar desapercibido entre la masa de la popular. Luego, se hizo socio de Boca. Con el correr de las fechas, cuando los partidos se ponían difíciles, sufría más que nadie. Solía llegar a la cancha varias horas antes del pitazo inicial” por que es un lindo espectáculo esta cancha, no sé...”. Corría 1981, Maradona, Brindisi y Cía. tomaron por costumbre ganar y ganar, y llegó el turno de San lorenzo (que ese año se fue al descenso). Fue 4-0 para Boca, y el personaje en cuestión gritó los goles como un fanático más. Eso sí, decía que seguía siendo sanlorencista. Hace tiempo que no lo veo, pero cuentan los que saben que cada vez que Boca sale campeón, se lo ve paseando por las calles de la Boca, y que al regresar, no puede hablar, pero se lo ve feliz, profundamente feliz.
Sé de una señora mayor que vive en la Boca y es hincha de River. Suele decir que no se puede vivir en la Boca y no simpatizar con los xeneizes, aunque sean de otros clubes. Esta mujer desea que Boca salga campeón. Dice: “ Boca tendría que salir campeón una vez por año. Las cosas que hacen los hinchas son fantásticas. Al lado de eso, toda fiesta queda chica. Nadie la organiza, es espontánea, y eso le da mayor valor. Es una fiesta que parece no terminar nunca. Son los festejos más genuinos que se puedan concebir, tan colorido, pasional, masivo. Es como un carnaval de los de antes..., pero no ¡ es incomparable¡